Conocida como la joya blanca de la Costa Blanca, Altea es un destino que enamora a primera vista. Sus calles empedradas, sus casas encaladas y su emblemática cúpula azul la convierten en un lugar lleno de encanto y tradición. Pero Altea es mucho más que un bonito pueblo costero: es arte, cultura, gastronomía y naturaleza en su máxima expresión.
Recorre sus calles estrechas y empinadas llenas de talleres de artesanos, boutiques y terrazas con vistas espectaculares. No puedes perderte la Plaza de la Iglesia y la icónica Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, con su cúpula azul que corona la ciudad.
Perfecto para pasear junto al mar, disfrutar de la brisa marina y descubrir restaurantes con auténtica cocina mediterránea.
Un lugar ideal para ver el atardecer, con una estampa que combina barcas de pescadores con yates de lujo.
Altea está repleta de puntos con vistas panorámicas impresionantes. Destacan el Mirador de los Cronistas de España y el Mirador de Portal Vell.
Altea es un destino gastronómico por excelencia. Aquí podrás disfrutar de platos tradicionales como la paella de marisco, el caldero alteano, o tapas con productos frescos del mar. No olvides probar los vinos de la Marina Alta y los dulces típicos como los pastissets de boniato.